ANA MARÍA IZA POL

Doña Ana María Iza Pol nació prematura, un gurruño peludo más parecido a una ardilla que a la descendencia de un notario vasco y una gallega de buena familia. Pese al adelanto la criatura vino bien formada y se crió con salud y, siempre inquieta, fue precoz en andar, hablar y en general en todo en la vida. Ana Iza Pol todo lo hacía rápidamente, con un ansia impropia de una señorita, asunto que en ciertos lugares y tiempos era de preocupar. Ana Iza nació con los seis rasgos canónicos de la raza vasca según los dejó enumerados el médico y antropólogo Don Antonio Zelaya Urtubei (1860-1923), como luego hizo Cela con las nueve señales del hijoputa. Estas son, a saber, cráneo dolicocéfalo, barbilla triangular, nariz larga y fina, orejas grandes, pelos en la segunda falange de las manos y rh negativo.

 

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MAMADOU BENGUELA DUDU

Mamadou Benguela Dudu es negro chamizo de los que llevan sayón de colorines, un ros sin visera por chapeu y portan en la diestra un palitroque que remata en penacho de pelo de cojón de cebra con el que espanta las moscas imaginarias que le rondan. Todos sabemos que esto es un símbolo de estatus que a las claras muestra, a quien quiera entender, que la mano derecha no la usa para trabajar, sino para apartar las molestias del mundo terrenal. Mamadou Benguela, negro chamizo, brilla como los zapatos nuevos en los escaparates de El Corte Inglés si le da el sol y, de contrario, se nos pone ceniciento y como sobado con las penas de la vida y la tristura de los meses de invierno, esos en los que la radiación decrece con la tumbada que se mete el eje terrestre.

 

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