ESTÚPIDO PERO CONFIADO

A cierta edad pensaba en mañana, al crecer se me apareció de la nada el futuro, que se me ha ido acortando hasta ser sólo un porvenir. El tiempo era cosa de otros y lo gastaba en perderlo, se escurría entre los dedos y los limpiaba en el pantalón. Miraba al frente, despistado y retador, estúpido pero confiado. Caminaba sólo cuando no podía correr y respiraba en los semáforos en rojo. Todo era nuevo, incluso lo viejo. Los libros tesoros y su tacto un placer. La velocidad era más importante que el tiempo y el espacio sólo una molestia. Sobrevolaba las cosas y recuerdo pensar que horrorizaría al mundo, sin saber cómo ni porqué. Era incongruente en mi desapego y ansiaba que las curiosidades se tornaran intereses, las molestias desgracias y las satisfacciones éxtasis. Tuve opinión sobre todo y adecuadamente infundada, emotivamente voluble y persuasivamente dramatizada. Desprecié, en mi y en otros, toda palabra o acto que no brotara de la iluminación o el frenesí. Temiendo el hartazgo de la nada buscaba ser irreconocible en el exceso jadeante.

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