DE QUÉ COLOR

De pronto la ansiedad me invade. El deseo de ti, de tocarte el culo. La necesidad física de deslizar mi mano por tu espalda, bajo el jersey, sintiendo el cierre del sostén, rascando suavemente con las uñas a los lados de tu columna. Dejar que la mano se entrometa entre la curva del culo y la cinturilla de la falda. Sentir la braga y por el tacto desafiarme a descubrir cuál te has puesto hoy, de qué color, de qué tejido. Me demoro en su tacto antes de tirar de la goma para que se esconda toda ella en la deliciosa raja dejando las nalgas libres para poder amasarías, ávido, como a panes gemelos, calientes, recién hechos.

Me enloquece el deseo y tecleo en Google tu nombre. Pocas lo comparten y las recorro todas, buscando fotos que me permitan gloriosas y triunfantes comparaciones. Te deseo más con cada una que se me presenta. Te deseo en sus ropas y posturas. Putas, colegialas, amas de casa que recomiendan recetas para el pavo de acción de gracias. Y te imagino y poseo en aquellas cocinas, con delantal, con el desparpajo de la que se sabe eterna e incondicionalmente querida y deseada. Te deseo en patios de colegio que no sé donde están, te poseo en vestuarios de institutos de varios continentes, con la ansiedad del peligro de ser descubiertos. Te deseo así en escenarios alternativamente cutres y paradisíacos. Por todas partes.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.