INSTRUCCIONES PARA AFILAR UN LÁPIZ

Presuponiendo los conocimientos esenciales para usar un lápiz, nos centraremos ahora en las labores necesarias para su correcto mantenimiento, que se concretan especialmente en su afilado.

Se hace imprescindible una nota técnica sólo para recordar que un lápiz, aunque la perfección de su diseño lo sugiera, no es un objeto natural sino fruto de la inventiva y laboriosidad del hombre. Esa varita de madera cuyo interior mancha y permite dibujar trazos en un papel no es la rama de un árbol o el tallo de una planta. No busquen Vds. el vegetal que produce tal madera porque no existe. El material del interior, su alma, es un mineral que deja manchas al roce pero es frágil y por ello su uso es delicado. A una barrita de tal material, llamado grafito, el hombre le ha puesto un mango o sostén de madera que lo abraza en toda su extensión. A la unión de ambos elementos le llamamos lápiz.

Pues bien, comoquiera que el grafito manchando se desgasta, el proceso de afilado consiste en eliminar tanto mango cuanto sea necesario para que parte del grafito quede al descubierto. Esta es una operación sencilla en apariencia pero que conlleva dificultades y riesgos por cuanto el grafito es frágil y la madera tenaz. Como consecuencia el riesgo de romper el interior al intentar eliminar parte del exterior es alto.

Aún cuando se pueden utilizar varios instrumentos, como cuchillos o navajas, nosotros recomendamos encarecidamente el uso del afilalápices. El afilalápices, como el lector avisado habrá advertido, es el instrumento especialmente ideado, diseñado y manufacturado para la concretísima tarea de afilar lápices. Cada poseedor de un lápiz debería hacerse con un afilalápices. Se puede afirmar que no podrá exprimir todas las utilidades que este instrumento tan simple como potente le puede brindar sin la posesión de un afilalápices.

De los dos extremos que todos y cada uno de los lápices poseen ha de introducirse en el orificio que al efecto existe en el afilalápices aquel por el cual sobresale ya el grafito o, en su caso, aquel que posee ya una forma apuntada, signo de que en algún momento anterior ya fue, por ese extremo, afilado.

En una habitación amplia y clara, en una postura cómoda, con la espalda recta pero relajada, manteniendo el afilalápices en la mano izquierda con la cuchilla hacia arriba, con la mano libre sostendremos el lápiz de tal modo que la punta cónica, o el extremo por el cual asoma el grafito, apunte al afilalápices. Con un movimiento al principio torpe pero que con la práctica se volverá airoso ha de introducirse la punta del lápiz en la mencionada oquedad.

Ahora, contra lo que inicialmente pudiera parecer, el movimiento a imprimir al lápiz ha de ser circular. Salvo afilalápices extravagantes, de coleccionista o de fantasía, ese movimiento giratorio a darle al lápiz habrá de ser un giro sobre el eje mayor. Para mejorar la eficacia de las cuchillas dispuestas en el interior del instrumento se recomienda una ligera y constante presión tendente a mantenerlo introducido profundamente en el afilalápices. Los movimientos han de ser suaves y constantes, manteniendo la velocidad angular y cuidando que los giros del lápiz sean completos, es decir, siempre iguales a, o múltiplos de, 360º.

La cuchilla del afilalápices, presionado éste (el lápiz) contra aquella y producto del movimiento angular mencionado, lenta pero inexorablemente irá cortando una capa fina y continua de la superficie del cono en que el lápiz remata. Estas virutas, por el material, la forma de la superficie de la cual se extraen y las fuerzas físicas involucradas en ello, forman bellas figuras que se enroscan y retuercen. Entendemos que las primeras veces esta visión sorprenda y distraiga pero para un afilado correcto conviene no perderse en el pasmo de la ensoñación ni perder la concentración.

Algunos de estos utilísimos instrumentos llevan unidos receptáculos en los cuales estos restos voluptuosos van quedando convenientemente depositados. Si bien esto resulta útil ya que la limpieza es completa, estimamos que reduce y aún elimina el hechizo y la magia de ésta sencilla operación.

Una vez observamos que en el extremo sobre el que estamos desarrollando la labor de afilado sobresale la mina de grafito en cantidad suficiente debemos parar. El exceso de afilado es tan inadecuado como la falta ya que agota el lápiz reduciendo su vida útil sin mejorar su rendimiento. Tan pronto como el grafito termine en una aguzada punta debemos parar.

Y recuerde: un lápiz adecuadamente afilado proporcionará a su dueño metros y metros de una placentera escritura.

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