UN COÑO RISUEÑO

Como digo, Verónica tenía un coño charlatán, lo que no era bueno porque su única función parecía ser la de hablar para que no le echaras un polvo. En cambio, Evelyn tenía un coño risueño. Vivía también en el piso de arriba, sólo que en otra casa. Siempre venía a la hora de comer para contarnos un nuevo chiste. Era una cómica de primera, la única mujer verdaderamente graciosa que he conocido en mi vida. Todo era broma, incluida la jodienda. Podía hacer reír hasta a una picha tiesa, lo que ya es decir. Dicen que una picha tiesa no tiene conciencia, pero una picha tiesa que además se ría es fenomenal. La única forma como puedo describirlo es diciendo que, cuando estaba cachonda y molesta, Evelyn hacía ventriloquia con el coño. Estabas a punto de metérsela, cuando el payaso que tenía entre las piernas soltaba una carcajada de repente. Al mismo tiempo, alargaba los brazos hacia ti y te daba un tironcito y un apretoncito juguetones. También sabía cantar, aquel payaso de coño. De hecho, se comportaba exactamente como una foca amaestrada.

— Henry Miller, Trópico de Capricornio.

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