No sé bien cuál era la intención de quien formuló el Teorema del Mono, ese que afirma que un mono con una máquina de escribir, si dispusiera de tiempo infinito, tecleando aleatoriamente llegaría a escribir las obras completas de Shakespeare. Puede que esa intención fuera hacernos ver que determinados eventos, aún siendo extremadamente improbables, no son imposibles. Pero también podría ser que su intención fuese escribir una fábula, transmitirnos una enseñanza a los humanos usando personajes animales. Hay esperanza, cualquier humano, por idiota que te parezca puede darte una maravillosa sorpresa, aunque sea por puro azar, sería la amable moraleja. Lo cierto es que en la Universidad de Plymouth en el 2002 hicieron la prueba, sólo unos días, por curiosidad. Y supongo que por cachondeo. Lo cierto es que los monos en un mes escribieron cinco páginas, la mayoría letras S y alguna q; también golpearon el teclado, se cagaron y mearon en él y gran parte del tiempo simplemente lo ignoraron. Los monos, Elmo, Gum, Heather, Holly, Mistletoe y Rowan, a pesar de cagarse en la máquina, han visto su libro publicado como “Notes Towards The Complete Works of Shakespeare”, con ISBN 0-9541181-2-X.
He recordado esto de pronto, hace diez minutos, viendo en Tele5 un programa que quizá se llamaba Sálvame (lo he pillado empezado) en el que unos ejemplares de humanos hembra con pinta de dueñas de burdel en suspensión de pagos discutían entre ellas y con otros humanos macho con la apariencia de policías corruptos de serie B. Como Elmo y sus colegas con su libro, disponible en la British Library, cualquiera, sin necesidad de un infinito, puede ver su libro publicado o su programa de televisión emitido. Y si me apuras, ser Presidente. La moraleja no sé cuál puede ser: que hacemos las cosas con prisas, sin darle tiempo a los monos; que Shakespeare está sobrevalorado; que a esas horas hay que apagar la tele y dormir una siesta; que todo importa una mierda; ninguna de las anteriores.
Que tener talento, mahereusement, no es suficiente.