¿QUÉ ES UN REY PARA TI?

En ocasiones uno quiere escribir y las ideas no aparecen, lo cual es molesto porque alarga el trámite. Las musas tienen, como las moscas, su tiempo y su momento, aunque son menos predecibles. Se puede confiar en el verano para lo de las moscas pero nunca se sabe cuando vendrán las musas. En ocasiones revolotean y molestan mientras estás a otras cosas y con una mano las espantas, como hacen las vacas con el rabo. Luego las buscas y, caprichosas, ahora no, que me duele la cabeza. Las musas van en camisón y gastan transparencias y el viento les pega la tela al cuerpo y a eso le llamaba Fidias paños mojados. Los artistas, a veces, tienen cosas que vaya por Dios. Lo cierto es que de algunos temas sabían tanto los griegos como sabemos ahora o más, que las ciencias avanzaron pero en otros asuntos parecemos no habernos movido. El caso de las musas es paradigma y arquetipo, ejemplo y modelo de la anterior afirmación. Puestos a esperar a la musa y su trapo húmedo, que es lo que toca, siempre es mejor hacerlo en movimiento, un poco como Ulises con las sirenas, que no es que vinieran sino que, paseando, se las encontraron. Dos faros iluminan el asfalto en una noche oscura, dos líneas continuas amarillas separan los carriles, la carretera es estrecha, recta, interminable, nos movemos rápido y es verano, lo cual no es cosa que se sepa de primeras pero lo dejo aclarado porque me parece relevante. No sabemos a dónde vamos pero qué más dará, esto no es más que una espera en movimiento. Suena el inicio de No love lost de Joy Division, música apropiada porque aúna tensión, anticipación y velocidad y además se aprecia que cuando la compusieron no tenían ni idea de a dónde iban, qué buscaban o qué pretendían. Justo de lo que va esto y, si me apuras, la Odisea y la Vida, así, con mayúscula inicial. El asunto es moverse y tocar música y estar atento a ver qué puede aparecer, qué se nos cruza, qué hay al final de esa cinta negra en esta noche oscura que es una tarde sin musas. Como es mi espera, son mis musas y es mi historia, llegado este punto decido que los faros iluminen a la chica de Uptown Girl de Billy Joel pero patinando. Lleva en el pelo una cinta de esas de aerobic, chaqueta de chandal por la cintura, shorts de deporte verde brillante, calcetines de tenista con sus rayas y patines de bota blancos. El short que viste ha de ser escueto, que es una palabra hermosa que se usa poco. Es-cue-to. Lo-li-ta. Palabras trisílabas que son todo promesas. Los movimientos de cintura, izquierda, derecha, izquierda, derecha revelan unas prietas pamplonetas, que es como mi vecina llama a los cachetes del culo, en articulación sobre sobre unas piernas largas y atléticas. Todo muy ochentero, que fueron aquellos tiempos de musas y mozas sanas y enérgicas, no como ahora que en lugar de una copa te sale invitarlas a un bocadillo. Uno podría abstraerse mirándole el culo a su musa todo el rato que haga falta a la luz de unos faros en una noche oscura de verano. Faros que podrían ser luces de discoteca, pero tampoco es eso. La escena, tal y como está explicada, podría ser de los Coen, pero sobraría la musa que no son éstos muy de incidir en lo erótico. Quien sí podría haber rodado esto, culo ochentero y Joy Division incluídos, es David Linch, mire usted por donde. A ése, mientras sea raruno, y haciéndome una autocrítica sincera me temo que la escena lo es, casi que le pega todo. La determinación del estilo, que si Coen, que si Lynch, es asunto baladí pero útil si uno quiere darle continuidad con una cierta coherencia estética. Un referente siempre viene bien, aunque sea para ignorarlo y en eso, de ser necesario, nunca me temblará la mano. Así pasamos, les recuerdo, de Fidias y sus paños húmedos a la patinadora de pamplonetas atléticas y short escueto; de improviso, sin dudas, sin remordimientos. Eberhardt Müller, estudioso de la historia y del arte y de las variopintas manifestaciones de la una y el otro, nada más enterarse de que a Pío VII, a la sazón Sumo Pontífice, se le había aparecido la mismísima Virgen María envió recado en forma de atenta carta solicitando detalles. Quería saber el estilo: que si románico, renacentista, barroco o, Dios no lo quiera, fauvista o cubista. Este asunto la Curia lo consideró baladí, palabra que se repite y que es también trisílaba pero ayuna de promesas, desde el punto de vista de la doctrina católica, apostólica y romana, con olvido patente de la posibilidad de que la Virgen se le hubiera aparecido en la forma de icono ortodoxo. Menudo lío, en este supuesto caso. Para un Papa, Pontifex Maximus, intérprete último de la palabra de Dios, la Virgen María viene siendo lo que la musa al artista, así que la cuestión planteada en debida forma por Herr Eberhardt no iba desencaminada, según yo lo veo. Si uno es amante del arte y, de consecuencia, admirador y fan de los artistas, sus musas y las obras que estas inspiran en aquellos, esa es curiosidad justificada. Pasado un tiempo y llegado un punto y dándose el caso de que ni la Virgen ni la Musa se dejasen caer de visita, y ayuno quien quiere escribir de inspiración, es solución socorrida el acotar el campo, limitar el objeto y centrarse en un detalle y escribir lo que vendría a ser en una estrecha franja. Pongamos por caso, y como ejemplo, el concurso anual que patrocina la Casa Real o el Patrimonio Nacional, en el cual se ha de contestar escuetamente a la cuestión, quizá no tan baladí, de ¿Qué es un Rey para ti? Un rey, creo yo, aunque es opinión que a otra más fundada someto, es un tipo que escribe lo que le da la real gana, aunque no tenga trono, ni musa, ni nadie quien le comprenda.

2 thoughts on “¿QUÉ ES UN REY PARA TI?

  1. Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley.
    Con dinero y sin dinero sigo siendo el rey.
    Felices Fiestas o así…

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