EL CFP

El Club Fluvial de Parga se mueve entre dos aguas debatiéndose entre el eufemismo y la publicidad engañosa, entre lo obsoleto y lo vintage. El CFP es, salvando las distancias, como la cocina de mi tía, todo formica y duralex, pero con Cinzano y Fundador en lugar de Minipimer y Flanín. Al CFP le presta mucho el río, manso y verde y como distraído y sin intención, pasando a su lado como quien pasa por ahí. Tener un río es cosa que no está al alcance de cualquiera y yo creo que eso los ríos lo saben; saben que lo decimos de una ciudad o un pueblo, o de un club fluvial, tiene río, y no les da ni frío ni calor. Sin embargo quién disfruta las riberas dice y se dice tengo río y se hincha y, en ocasiones, se duerme en los laureles. El CFP, verbigracia. A la vera del Parga, que es el río taciturno y hasta melancólico del que hablamos, crecen árboles altos y sanos en perfecta simbiosis; de día, los días claros, se miran en el espejo de sus aguas, como las mozas presumidas en los escaparates, y de noche, en las noches largas, le hacen reverentes el pasillo, como los guardias a los presidentes o los futbolistas a los campeones que vienen del vestuario. Yo no sé de dónde viene el río, distraído y pensativo, pero lo imagino flaneando entre prados y arboledas y tropezando con esas piedras que se les atraviesan a los ríos en los cauces y les tuercen el carácter. Luego, al acercarse al CFP, se mete bajo el puente de la carretera que nos llevaría a Friol y con sus arcos de piedra se peina y del otro lado sale, igual de indolente pero arreglado para la ocasión. La indiferencia, esa desgana que tienen las nubes, las olas del mar o el sol inclemente, no está reñida, en el caso de los ríos, y menos en este, con una presunción muy del estilo del pueblo por el que pasa, muy de arreglarse por el qué dirán. El CFP languidece manso a la vera del río, con escalerillas oxidadas, toldos raídos y vajillas desportilladas, que las obras del hombre, por regla general, carecen de la autoestima de la naturaleza y envejecen malamente. En el CFG tienen a disposición del distinguido público, cortesía gremial, folletos esmeradamente encuadernados con las vedas de cada especie y las tallas mínimas y un anexo con las sanciones que prevé la legislación vigente para el supuesto de contravención. Los peces se las saben, creo yo, porque nadan perezosos resiguiendo la línea de las sombras de los árboles, con esa chulería lenta del malevo que se gusta. Lo mejor del CFP es la ternura que despierta en el visitante el quiero y no puedo en que se ha convertido y que quizá siempre ha sido, y el río y los árboles y la hierba verde y fresca que lleva al puente. Lo peor, otra constante, el café. 

One thought on “EL CFP

  1. Hasta parecería marciano de puro obvio. Momentos inolvidables casi como si lo conociera de toda la vida.

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