EL ORGANISTA

No me desnudo en público por humildad y porque no me ocurra la sinécdoque que acabó con la vida de Isauro Puga Pérez, tomando sus partes por el todo. Isauro, un día aciago, salió desnudo de las duchas del pasillo en el colegio mayor y caminó tranquilamente hasta su habitación y lo vieron. A partir de ese momento quedó bautizado, por mal nombre, como Maese Pérez el Organista porque su órgano viril era, afirman quienes vivieron el momento, como el tubo del fa bemol en el de la Catedral de Santiago. Ya serían exageraciones, pienso yo, que el fa es mucho. El caso es que el mote cuajó e Isauro nunca más fue Isauro sino Maese Pérez (El Organista). A pesar de su expediente cuajado de matrículas, el premio extraordinario fin de carrera y que hablaba, mal, siete idiomas jamás consiguió no ya la admiración de los suyos por semejantes logros sino un mínimo respeto. Isauro hacía de guía para los extranjeros que venían de peregrinos y por unas monedas explicaba en defectuoso alemán, checo, francés, inglés, italiano, portugués y holandés las maravillas de la catedral y sus alrededores. Isauro (El Organista) de catedrales y de historia no sabía nada y se lo iba inventado todo sobre la marcha. Así, las escatológicas gárgolas del Hostal con figura de hombres cagando un día eran Lutero y Calvino para unos alemanes, otro Napoleón y su hermano José porque el grupo era francés e incluso, para unos italianos fueron Gepetto y Pinocchio. ¿No ven Uds. la nariz puntiaguda? decía señalando con el dedo, y la veían. Isauro, aprendiendo de lo suyo, de la maldita sinécdoque, afirmaba que la gente ve lo que quiere ver y se queda con lo que suena bien. Isauro, derrotado, abandonó la lucrativa función de guía de un Santiago inventado y reinventado, reimaginado ad hoc para esas gentes cansadas que llegan desde todas partes del mundo y están deseando ser sorprendidas. Nunca sospecharon que aquellos amores juveniles y odios familiares que relataba habían sucedido en las rúas brillantes de lluvia, tan parecidos a la peripecia de Romeo y Julieta, no sucedían más que para ellos en la imaginación del Organista. No sospechaban porque lo que más nos gusta son las historias, aunque algunas arruinen vidas.

One thought on “EL ORGANISTA

  1. ¡ Como me gusta esta historia !
    Lo que no veo es por qué Isauro se tuviera que sentir derrotado, cuando todos se bebían sus historias, y encima era un trabajo lucrativo. Y el apodo aquél , tampoco estaba mal…

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