UNA HELICOIDE Y NO UN CÍRCULO

Me gusta ver cómo esa boca roja de la que dejas caer con estudiado desdén sarcasmos malintencionados se desencaja entre almohadones de encaje. Me gusta que esos ojos recercados de negro humo y mirada distante acaben en el lugar común de la lágrima y el churrete. Me gusta ver el colorado que dejan mis manos en ese culo altivo y medir en fusas el silencio entre azote y azote. Me gusta pensar que estás diciendo algo cuando callas y no gimes, que no eres clara como una lámpara o simple como un anillo. Me gusta imaginar que nos movemos y el girar de las agujas del reloj dibuja una helicoide y no un círculo. Me gusta sentir que escapamos del Paraíso añorando el infierno, tanto que nos esforzamos en reconstruirlo pecando allá donde estamos y lo imaginamos dondequiera que estemos yendo.

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