PARA UN INSOMNE

Fría como la camarera nueva de un bar de moda, como Cyceli en Alaska, como la mano blanca de la madre superiora. Fría como los avisos de vendavales, los textos legales, los manuales industriales o las cotizaciones bursátiles. Fría como el rencor de una maestra, el amor de las putas o el cariño de una madrastra. Fría, tan fría que una bola de helado blanco posada en primavera en su escote blanco aguantaría hasta el verano. Distante como California en carreta, América a vela o la meta del Tour desde un sillín de bicicleta. Distante como la felicidad de un adolescente, como el horizonte en el mar o la bella, traidora, altiva Marietta. Distante como para un insomne el sueño, para un utópico sus sueños, para un comatoso los besos. Distante como la novia del verano, la luz al final del túnel o los tiempos pasados. Lejana, tan lejana que nunca mi voz la alcanzó y a mi, ahora, la suya tampoco.

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