EL QUE TE LLEVA LA MALETA

Otro día, otra noche, otra habitación, otro hotel. Ceniceros, toallas, agua en botellas, papeles a medio escribir, la maleta abierta. El alma abierta, la boca abierta, las piernas. Abiertas también. Te pintas las uñas y yo las soplo, te secas el pelo y yo te miro, me como las cáscaras si te pelo las pipas, lees estos papeles y cuando acabas suspiro. Me alimento de tabaco y sonrisas, bebo de tu piel y respiro el olor de tu pelo.

En la ducha, en la bañera, en la noche más cerrada, en la ventana desnuda, ponte esas gafas para que yo no sepa a dónde miras y me vea siempre en tu mirada. Te paseas en pantis y llevas debajo las bragas y es tan doméstico que me desarma. Las uñas pintadas, los rellenos, las limas variadas, los frascos de colores y las toallitas impregnadas. Ver la trastienda de toda esa magia es una pasada.

Las luces de los hoteles, siempre amarillentas, te ponen morena sin ir a la playa y a mí amarillo, como enfermo del hígado. Con un lápiz subrayo frases que me traspasan, pero sólo con un ojo, que con el otro vigilo cómo tú, también, subrayas los tuyos. Los dos los usamos pequeños, mordidos, gastados, y los afilamos por turnos en un vaso.

Vivir en la cama se nos presenta como un futuro real. Una opción que no debemos descartar. Todo tirado, desordenado, amontonado, pero cercano al amor. Juro despreciar lo que no quede a mi alcance sin soltar tu mano. Hacer camping en ésta habitación, comer en tu barriga, sacudir las migas, salir un instante sólo medio vestidos a comprar tabaco, alcohol, papel de fumar. Bocadillos, chocolate, vasos de papel, gomas para el pelo, un cuaderno en blanco, cerillas de madera, un mechero de colores, revistas, rotuladores. Paquetes de pipas.

Estudio en secreto cada curva, cada sombra, cada esquina de ese cuerpo delgado, moreno, menudo, que conozco de memoria. Te miro de reojo y juego a anticipar tus gestos, ahora aparta de la cara ese mechón de pelo, y siempre gano, porque acierto o porque, estudiándote, te aprendo. Y porque el premio, esa sonrisa, ya lo tengo.

Quiero ser, para siempre, el que te lleva la maleta, el que pone pintura en las carreras de tus medias, el que te trae y te lleva, el que apaga la luz y el que abre y cierra la puerta.

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