OCHENTA MILISEGUNDOS

Pues la cuestión va a ser esa. Ser o no ser. Es que estar, lo que se dice estar, estamos viendo que de variable que es desconcierta. Si te notas mal, es un suponer, y sabes que vives en el pasado, pues te agobias. Aunque sepas que te estas agobiando en el pasado. Y que ahora, lo que se dice ahora, ya es todo distinto. Porque aunque pensemos que no, que vivir lo que se dice vivir vivimos en el presente, pues resulta que no, que vivimos un poco en el pasado. Eso quitando, ya de entrada, que todo lo que pasa lo entendemos por lo que antes pasó, que si no, nada de nada. Pues es el caso, digo, que vivir vivimos en el pasado, poco, pero en el pasado. Ochenta milisegundos dicen, eso es poco pasado, pero alguna carrera de formula uno ya se habrá ganado o perdido por eso, o menos. Ochenta milisegundos, es el tiempo que tarda el cerebro en montar todo lo que le llega. Que si de los brazos, piernas, ojos, oídos, etc. van llegando informaciones, y una vez recibidas, le lleva eso montarlas. Que no es instantáneo, vaya, y aún se diría que un poco lento.

A mi esto me lleva a plantearme es si da tiempo a enterarse de que te mueres o no. A ver, si te ahorcan, pues que si, que te estás dando cuenta, pero y si te disparan a la cabeza, por ejemplo. Da tiempo o no de oír el tiro y tal o simplemente te mueres y al carajo. Sin llegar a sentir nada. La ciencia, tan científica en algunas cosas, como ésta, no se preocupa de las aplicaciones prácticas. Que al fin y al cabo son las que molan a gente como yo, que vive al límite y está en que si se muere, que si no se muere.

Yo creo que ese retraso de ochenta milisegundos es una putada. Y porqué, dirás tú, amable lector. Pues porque nadie, nunca, podrá experimentar la muerte. Sólo sus cercanías. Exactamente la cercanía de ochenta milisegundos. Si el cerebro va percibiendo con ese retraso en el momento en el que se muera del todo, ya, definitivamente, off, estará él procesando algo antigüo. En definitiva, que nuestros últimos ochenta milisegundos no podremos ni sufrirlos ni disfrutarlos por no poder percibirlos.

Nunca experimentarás el final y es eso lo que nos atemoriza. ¿No?

No fear, no pain.

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