ESCRIBIR CON UN LÁPIZ

Es chulo escribir con un lápiz. Aprendimos a escribir con lápices. Pesan poco, se agarran bien y tienen algo especial que hace que sea agradable sostenerlos entre los dedos. Y como la punta se gasta pronto en el ángulo exacto de la escritura, es muy cómodo. Y tienen la gran ventaja de que desde el mismo instante en el cual levantas la vista y lo ves ahí, sobre el escritorio, y decides escribir con él en un papel o en un cuaderno sabes perfectamente que lo que escribas podrás borrarlo. Lo que a través de él se plasme no quedará para siempre. Escribir con lápiz es equidistante entre hablar, que de inmediato se lo lleva el viento, y hacerlo con un bolígrafo o una pluma y que quede para siempre. Y eso lo sabes desde desde pequeño. Lo recuerdas inconscientemente de cuando empiezaste a escribir. Puedes, por ejemplo, escribir frases de las que luego te arrepientes. Poner por ejemplo: “. ” Y no pasa nada, porque inmediatamente, asustado por lo que acabas de poner, lo borras. Así te puedes permitir escribir cosas sobre tí mismo, sobre familiares o amigos que aunque son verdad nunca dirías, pero es necesario que sean dichas. Puedes decir: ” es un egoísta que me usa para contarme sus problemas, pero luego nunca está para que yo le cuente los míos.” O “Soy amigo de                            pero no es una amistad correspondida.” También puedes, usando un lápiz, hacer el experimento de escribir en el papel las cosas que odias o te asustan. Puedes quedarte mirándolas un rato, ver cómo existen allí, delante de ti, sobre el papel y cuando te canses darte el gustazo de hacerlas desaparecer. Sin rencor, sin odio, sin rabia. Puedes incluso poner nombres de personas. P.ej. ” ” Siempre existe el riesgo de hacer demasiada presión al escribir, algo nada raro si lo que vas a poner en el papel son cosas o personas que odias de verdad. Para evitarlo se recomienda, a la vista del folio en blanco y antes de empezar, elegir cuidadosamente qué es lo que se va a escribir, sabiendo el porqué. Saber qué y porqué ayuda a sujetar el pulso, a controlar la emoción. Si no es así llegado el momento borras y borras pero queda la marca sobre el papel. El leve surco afecta a varios folios, como vidas en universos paralelos y queda marcado en ellos como un tatuaje que te recordará siempre qué odiaste y qué intentaste olvidar, sin éxito.

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