SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN

  En ocasiones uno va a sitios como de comparsa o secundario. Ocasiones en la que es necesario estar pero podría uno no estar y, de consecuencia, acaba apenas estando o estando sólo de cuerpo presente. Ayer pasé dos horas en una de esas ceremonias civiles que se ofician en las empresas con anual periodicidad por las cosas de dinero y podría no haber estado porque fui enteramente prescindible. Son ratos en los que está uno como estando en la sala de espera pero cobrando. En esas ocasiones al poco los pensamientos huyen escapando de los números y las ratios y comienzan a vagar como medusas en el mar, aparentemente errabundas pero con una cierta intención que no sabe uno de dónde puede salir. Así divagué con cara seria y profesional sobre el asunto de los seis grados de separación, esa fantasía estadística según la cual de cualquier otra persona viva nos separan seis otras personas. Que si quisiera yo decirle algo por carta a Trump o a Putin y se la enviara al conocido que yo pensase que tendría más posibilidades de conocerlo, y este hiciera lo mismo, de media pasaría por seis manos hasta llegar a su destinatario. Ocurre que yo al Sr. Trump y al Sr Putin no tengo nada que comunicarles o que pedirles por lo que no este el caso. Sí tengo un cierto interés en conocer y caerle bien a S.E. Cab. Gr. Cr. E. Mas, un residente en la Ciudad Condal. Concretamente, según aparece en una página web, en un bello palacete a dos pasos de la Plaza de Cataluña. Y tengo la duda de si de este caballero me separarán seis grados o más o menos. Fantaseaba yo con él por español en la confianza de que estuviese más cercano que otros muchos con su misma dignidad que también podrían servir a mi propósito. Gente con apellidos compuestos y títulos honoríficos que habitan en el Vaticano, en Roma, Milán, Glasgow, Texas, Australia o Jerusalén, por poner unos ejemplos al azar. El Sr. Mas es Caballero de la Gran Cruz de la Ordine del Santo Sepolcro de Gerusalemme, en castellano Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. Y el caso es que para entrar en esta Orden Papal de caballería es imprescindible la recomendación y presentación de un miembro y coincide que este español es uno de los cuatro Vice-Gobernadores Generales. Eso, por ponerlo en perspectiva, supone que sólo tiene por encima en la jerarquía al Gobernador General y al Gran Maestre. Y, eso lo damos por descontado, a Su Santidad el Obispo de Roma bajo cuya tutela y protección opera la Orden. Además de la presentación adecuada de un miembro doy por hecho que serán también requisitos innegociables el ser católico bautizado, mayor de edad y sin pena de excomunión vigente. Estas mencionadas, así como el buen comportamiento y bondad de corazón, las cumplo con creces, humildemente lo digo. Quizá se exija alguna otra como pagar una cuota o hacer un juramento pero ese no va a ser el problema. Y es que tengo especial interés en pertenecer a esta Orden de caballería cuya misión es “Conservar y propagar celosamente la fe en aquellas tierras, involucrando a los católicos esparcidos por el mundo, unidos en la caridad por el símbolo de la Orden, así como a todos los hermanos cristianos”. También tiene como misión el “afirmar y defender el derecho de la Iglesia Católica a la Tierra Santa”. A mi estos fines me parecen estupendos, loables incluso, y afirmo desde ya que merecería que el Gobierno la declarara de Utilidad Pública, como el Montepío de Toreros o las Aguas de Mondariz. Como las medusas uno quizá tenga una cierta voluntad pero desde luego no tiene completa agencia sobre sus fantasías y confieso que estos fines me motivan menos que vestir el uniforme que lleva aparejado la dignidad de socio. Una bella túnica blanca con la Cruz de Malta en el pecho, si no he traducido mal del italiano, y su espada y su collar. No obstante lo que me lleva a hacer este público llamamiento a los seis grados y la recomendación del socio es la posibilidad de gozar de los privilegios concedidos a los caballeros de esta orden por Su Santidad Julio III, uséase en algún momento entre el 1550 y el 1555. De conseguirlo podría:

Legitimar bastardos.

Cambiar a cualquier cristiano el nombre impuesto en el bautismo.

Conceder el perdón a prisioneros que se encaminan al patíbulo.

Poseer bienes de la Iglesia aun en el caso de ser laico.

Estar exento de impuestos.

Descolgar a prisioneros de la horca para darles cristiana sepultura.

Vestir prendas de seda con brocados.

Y luchar contra el infiel.

También tendría el privilegio de entrar a caballo en cualquier iglesia, incluso en la Basílica de San Pedro del Vaticano, y confieso que esto me aún hace más ilusión aún que legitimar bastardos. Y así, pensando a quien podría darle yo una misiva para hacérsela llegar al Vice-Gobernador General para Latinoamérica con residencia en Barcelona me vinieron a la cabeza Holmesss, Brema y el Marqués. Con esto se me fueron pasando las horas absurdas de las cuentas anuales, las auditorías y las previsiones de otros; fantaseando con legitimar bastardos y conceder indultos. Ya acabada la ceremonia, en las despedidas, me acordé del marido de una prima que vive en Premià. Y si le doy una vuelta más seguro que aparecen más que puedan conocer a Mas. Estoy poéticamente esperanzado. Conduciendo de vuelta ya me veía entrando en la Catedral a lomos de un alazán a recitarle poemas de amor a mi portuguesa, como en su día hizo Ramón Llull en la de Santa Eulalia. Laus Deo.

6 thoughts on “SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN

  1. Pues no conocía la Orden, pero me temo que necesitaré más de seis grados para llegar al caballero Mas. Bueno si tú llegas a ser ordenado y antes de la cabalgata catedralicia, ya si eso hablamos a ver…

  2. Cuenta con mi carta de recomendación. Y luego ya vemos en qué iglesia quedamos y después a comer algo.

  3. ¡ Y pensar que en el lado sevillano de mi familia, todos están orgullosos de ser Maestrantes , y que al abuelo de mi madre, en la guerra civil, » El ángel Rojo» le libró del «paseo», porque le reconoció en un retrato suyo que tenía en la entrada de la casa, con su manto blanco y su cruz de Calatrava, y su hija, mi tía Maria Luisa le dijo que era él, al que querían «dar el paseo», y se ocupó de hacerle toda clase de certificados de la CNT, diciendo que era protector y amigo del pueblo, y de ponerle un tiarrón de esos de la FAI, para que no le molestasen…
    Pero eso de poder entrar en la iglesia a caballo, eso sí que me parece una pasada…

  4. Ah, pues ya estoy enfocado en la faena.
    Intuyo que poder acreditar dos viajes a Jerusalén en los tiempos que corren ha de abrir algunas puertas y corazones.
    He consultado en la web la Agenda de la Cancillería, y contemplo desplazarme a Calatayud, donde presté mis servicios como militar con el grado de Sargento de Complemento, pasaporte que ha de resultar suficiente para este acto:

    Capítulo Conjunto en Calatayud
    Imposición Cruz Patriarcal
    El día sábado 20 de abril

    Real Basílica del Santo Sepulcro, Caltayud 11:00

    En Agosto, la Cancillería permanece cerrada, como es natural. Pero para Octubre ya debería estar resuelto:

    Octubre
    Solemne Ceremonia de Investidura en MADRID
    El día viernes 27 de octubre

    Vela de Armas y Vigilia de Oración

    El día sábado 28 de octubre

    Solemne acto de Cruzamiento e Investidura

    El día domingo 29 de octubre

    Misa de Acción de Gracias

  5. Yo soy muy marxista o marxiano y nunca sería socio de un club que admitiese gente con tan mala reputación como la mía pero las reglas están para incumplirlas, claramente. Y lo que ofrecen es mucho: ¡Combatir a los infieles! ¡Vestir de seda con brocados!

  6. Lo de viajar a Tierra Santa en medio del conflicto ha de contar cómo gran mérito, con certeza. Y la bondad de corazón te la intuyo aún mayor que la mía. En definitiva, que estamos dentro. Estoy mirando dónde alquilan caballos, si veo algo apañado te paso el contacto.

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