CUNQUEIRO Y LOS CANIBALES

Cuando uno espera un hijo o compra un coche todo se le va en ver mujeres embarazadas, parejas con carrito y cientos de automóviles circulando del mismo modelo y color. Los ojos son así, hipersensibles al caso propio y particular. Por eso releo a Cunqueiro hablando de las sirenas y advierto que las mete de refilón en el saco de los caníbales, asunto sobre el que deberíamos estar cavilando. En el redil de las cosas maravillosas que existen aunque no las veamos, sólo porque somos tan racionales que de antemano hemos decidido que no han de existir, junto con los extraterrestres, el paraíso comunista y la resurrección de las almas. Cita además a Pascal y sus Pensees, quien, al parecer, llama caníbales a los obsesos de la verosimilitud en una pirueta de ida y vuelta de lo imaginario a lo real que necesita explicación. “Los caníbales se ríen de un niño rey“, dice Pascal, porque son incapaces de entender la majestad como una manifestación cultural, sólo aprecian realidades evidentes.
Qué bonito advertir un triunfo sobre la realidad acudiendo a la incapacidad para acceder al nivel de lo imaginario de unos entes inexistentes, solo imaginados. Quizá no queda claro, pero rellénense los huecos con imaginación.
Cunqueiro cuenta mentiras como salen las cerezas del cesto, enlazadas unas con otras, brillantes y dulces, así que cabe dudar hasta de las citas, o especialmente de ellas. Así que me fui a los Pensees, a los epígrafes que cita: 316, 319 y 320. Y en todos los pdf que encuentro, en castellano, ¡el 316 no existe!. Pasa del 313 al 319. Eso me produjo al tiempo alegría y tristeza. ¡Qué bien miente! ¡Que pena que no sea cierto!
Si uno bucea los pensées en francés sí aparece – “Cannibales se rient d’un enfant roi.” – y le vuelve a uno el ánimo de seguir buscando sirenas.

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