Ese instante en el que la noche ya es noche suele encontrarme tecleando en mi ordenador. Entonces ella viene, acercándose desde atrás, y me besa, antes de irse a cama.
Otras veces en lugar de venir, viene y en lugar de besarme, me besa. Suele haber en esas ocasiones algo distinto. Un olor a jabón, el frescor de una ducha en la piel, una colonia distinta, unas bragas especialmente favorecedoras, una sonrisa tímida o simplemente unas manos que se acercan demasiado a ciertas partes o me tocan casualmente pero con intención.
Cuando es así suele acabar sobre la mesa con las piernas abiertas sonriendo al mundo. Hay cosas con las que no se juega y a mi si me buscan me encuentran.