CHOCAR CON LA REALIDAD

Razonar sobre el nacionalismo es como hacerlo sobre el amor. Podemos saber cosas, incluso científicas, sobre el fenómeno, pero para cualquier enamorado serán las tonterías de un diletante. El amor es para enamorados y poetas. Los de las soluciones prácticas se sitúan a medio camino e intentan usar el raciocinio para encauzar el sentimiento y acaban legislando el matrimonio.

Los humanos hacemos grupos porque de ellos derivan beneficios, lo que lleva a que la evolución haya primado a los que sienten emociones fuertes por el grupo al que pertenecen. Todos somos nacionalistas. Pero también resulta que todos somos racionales. La razón consigue que veamos beneficios en un vinculo sentimental (diluido y muy abstracto) con millones de personas desconocidas, a las que llamamos nación. Esto ya es jodido, porque lo sencillo es agarrarse a la familia, al pueblo, al clan e incluso a la raza. Trascender esas categorías primitivas exige raciocinio y educación. Volver a caer en ellas es tan fácil como dejarse llevar por el instinto o el prejuicio.

El estado es sólo un instrumento práctico, una construcción jurídica, que combina los beneficios de la racionalidad con el sentimiento de pertenencia. Las variantes de nacionalismo que se explicaron aquí hacen hincapié en una de las tres patas del asunto, según yo lo veo. La simple forma, que sería la constitución; la racionalidad, que sería la evidencia de que los grupos se producen y son ventajosos; el sentimiento, es decir el orgullo atávico de formar parte de un grupo y la propia sensación placentera de pertenencia que aporta identidad y seguridad.

Un estado sin una mínima cohesión sentimental es un desastre. Es la fuente de todos los conflictos; basta repasar la historia europea. Un estado desbordado de sentimentalismo es igualmente un desastre y aboca en cosas como la bendición democrática de totalitarismos y, finalmente, la agresión al vecino. A los sentimientos desbocados hay que darles salida, primero hacia adentro, luego hacia fuera. Pongo a Maduro como ejemplo, por no mencionar la Alemania de la primera mitad del S XX. La paz en Europa desde la Segunda Guerra se debe en una parte muy importante a los masivos desplazamientos de poblaciones para que dentro de las las fronteras físicas no tuvieran que convivir grupos étnicos y culturales no homogéneos. Millones fueron desplazados. Donde eso no se produjo al acabar la guerra, por ejemplo en Yugoslavia, simplemente se demoró. Es por esto importante que coincidan las fronteras con las etnias o culturas. Y que las emigraciones sean de individuos asimilables.

¿Hay en el caso catalán alguna de las diferencias que permitan concluir que la secesión resultaría en ventaja para todos? Yo creo que no. En general se dividen territorios por conflictos graves de las poblaciones o diferencias culturales o religiosas evidentes, que impiden la convivencia. En este caso nunca las hubo. La cultura es absolutamente homogénea. Que se produzca en catalán es una nimiedad. Tergiversan lo de 1714 porque, o siguiendo un plan o intuitivamente, perciben la necesidad de que sus aspiraciones sean una recidiva de un conflicto enquistado. Sólo eso justificaría la secesión. Por otra parte huyen como de la peste del conflicto, abocado a la ruina y el descrédito.

Al nacionalista los argumentos racionales se la soplan, como al enamorado. A unos y a otros sólo los detienen los hechos. El obstáculo insalvable. Un obstáculo insalvable es, por ejemplo, la ley. Digamos que aunque estés locamente enamorado, aunque ella parece una mujer adulta y además es muy madura, como tiene 16, es mejor que te contengas porque de otro modo la contención será externa y traumática. La Ley, tal cual está ahora, es obstáculo suficiente para la independencia. No descubro nada a nadie si digo que casi todas las normas prevén una pérdida como retribución a quienes las desoyen o desacatan. El pero es que las leyes de los hombres no son como las de la naturaleza, que se las ingenian para aplicarse ellas solas, exigen la intervención del hombre.

El asunto es que en algún momento alguien, por intervención de otro alguien que aplique las leyes, ha de empezar a perder algo. Para que el obstáculo se vea. Alguien relevante perdiendo algo muy valioso podría servir, pero en este mundo posmoderno sería mucho más eficaz e instructivo que muchos desconocidos perdieran cosas relevantes. Los sindicatos de funcionarios, atentos a estos detalles, ya han advertido que sus miembros no deberían verse involucrados en asuntos dudosos referidos a independencias unilaterales. Se juegan empleo, sueldo y pensión. Artur Mas en la cárcel sería un héroe. Dos o tres mil funcionarios y/o adláteres secundarios enfrentándose a multas elevadas, a la pérdida del empleo o la inhabilitación para seguir ganándose la vida en la política podría ser más eficaz. Los Mossos, en esto, están en primera línea.

Para evitar ese choque con la realidad, que conocen y del que huyen, sufrimos esta constante matraca, con acciones que son toreo de salón. Como mucho se acercan a zonas grises de ilegalidad, en las que las leyes, aún incumpliéndolas, no prevén castigos. Así el fraude de ley del referéndum suspendido y el posterior de urnas de cartón. Pero en algún momento tendrán que salir de ahí, porque de facto resulta que la mitad (?) de los catalanes son secuestradores que se han encerrado con la otra mitad como rehenes. O alargan las demandas artificialmente negándose a la rendición, algo que agotará a los rehenes y a los propios secuestradores, o salen y se enfrentan a la policía. Lo primero es la muerte por inanición o por la rebeldía interior. Lo segundo es enfrentarse a la realidad y sus desagradables consecuencias. Si hay menos votos independentistas, aunque saquen mayoría en el parlamento y afirmen que seguirán adelante, el asunto queda herido de muerte. Se desmorona la ficción de que hablan todos a una sola voz. Se descubre el secuestro.

La independencia, con el marco legal que tenemos, es imposible. Hablar de qué pasaría si se produjera “de hecho” es tanto como hablar de qué hacer para aplicar la ley española a españoles que se niegan a cumplirla. Eso ocurre todos los días, la gente incumple todo tipo de normas, administrativas y penales, y se les imponen castigos. No suele ocurrir a gran escala y de modo coordinado. Éste sería un caso extremo de represión de la delincuencia. Pasa, si todo se encona, por el uso de la fuerza. En última instancia, a los rebeldes, las leyes se les imponen a palos, porque no se ha encontrado otro medio. Qué ocurrirá exactamente, qué medios se emplearán para hacer cumplir la ley y qué resistencia opondrán quienes la violen, no se sabe. Sólo cabe esperar y exigir que los medios que la ley prevé para conseguir su cumplimiento se apliquen racionalmente. La ley es el lado práctico de la racionalidad y prevé racionalidad para imponerse. Los sentimentales la desprecian porque la ley huye de la venganza y por tal motivo nunca satisface plenamente el sentimiento de «justicia». Por el lado nacionalista de los sentimientos desatados saldrá lo que salga, previsiblemente cosas poco racionales; posiblemente provocaciones y violencia. En este supuesto hablar de la nacionalidad de los residentes en Cataluña, cómo ganan una, cómo pierden otra, no tiene sentido. Españoles todos.

Cabe que se llegue a una situación absurda de independencia de facto. Si el estado renuncia a imponer la ley o habiéndolo intentado fracasa sin que Cataluña realmente consiga vencer. Ahí quién sabe. Palestina ni es un estado ni se puede afirmar que no lo sea de facto. Esa situación es la nación sin estado. La exacerbación del sentimiento y la renuncia a la racionalidad. La peor de las situaciones.

Si se cambia el marco legal, es decir, la constitución, para una secesión negociada, tampoco se sabe qué puede pasar con la nacionalidad de los que caigan del lado de allá de la nueva frontera. Resulta evidente que estarán a lo que resulte de la negociación previa a la secesión y de lo que se legisle luego a cada lado de la frontera. Aventurar es complicado, pero lo lógico sería que eso, dado que estaríamos caminando por el lado de la racionalidad práctica, es decir, de la ley, se contemplase de tal modo que los individuos afectados pudieran elegir. Empezaría el asunto por definir quienes son los que pueden optar por ser catalanes o no dejar de ser españoles. No sólo los habitantes del territorio que se separa, sino que podría haber muchos que viviendo en la Nueva España y siendo de origen catalán quisieran la nueva nacionalidad.

Hace unos años preguntamos a Aranzadi, la base de datos jurídica, sólo por curiosidad para mencionar el dato en una conferencia, cuantas normas tenían indexadas en España. Alrededor de 240.000, sumando a las estatales las autonómicas. Añádanse reglamentos, ordenes ministeriales y sentencias que los interpretan. Añádanse las derogadas que, muy frecuentemente, son imprescindibles para establecer los efectos de hechos ocurridos en el pasado. Añádanse tratados internacionales y convenios de los que España forma parte. La Cataluña independiente iba a ser España por muchos años. El asunto de la nacionalidad quizá sería uno de los menores. Un estado moderno es de una complejidad inimaginable.

One thought on “CHOCAR CON LA REALIDAD

  1. El planteamiento es bueno Morgan.
    No mencionas quizás que los estados están en gran medida para que tengan «jefes».
    JEFES que puedan medrar a sus anchas en sus más o menos grandes territorios.
    O puede ser que la INDEPENDENCIA, garantice una política complétamente honrrada???
    Me temo que por muy Vasco o Catalán o Corso que se sea, eso no hace que no seas un humano, con toda la mierda que se arrastra por ello.
    La ventaja del NACIONALISMO, que me parece un sentimiento real, aunque ni lo comparta ni lo entienda, es que siempre eres una VICTIMA, un PERJUDICADO, cosa que se ELIMINA cuando eres independiente.
    No obstante el término INDEPENDIENTE, es muy esponjoso.
    INDEPENDIENTE de qué? o quizás es MAS INDEPENDIENTE???
    LA INDEPENDENCIA, si eres un GRUPO, y en nuestro MUNDO COMPLEJISIMO…no deja de ser una falacia.
    Pero la verdad es que si efectívamente el sentimiento es de tal solidez como se hace reflejar, y efectívamente se resuelve la legalidad para su realidad… CUAL ES LA VENTAJA???
    Económica???? LO DUDO MUCHO.
    Librarse de la represión? Cambiandola por OTRA???
    En FIN.
    Como VASCO, debería entender bien este asunto, pero NO, yo me he sentido VASCO, de mi pueblo, de mi barrio, de mi familia, SIEMPRE, y he sido siempre INDEPENDIENTE ( de lo que se puede ser), pero me he sentido cómodo siendo también ESPAÑOL, siendo residente en FRANCIA, pues siento algo por la BRETAÑA que me acoje y me respeta.
    Las FRONTERAS nunca me han perjudicado NADA.
    ALLA CADA CUAL MORGAN, pero estoy de acuerdo contigo.

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