VER SACIADA MI ANSIA

Camino con la mirada húmeda de lascivia, nervioso en busca de un cuerpo que la explique. Camino salido, empalmado y con lujuria bíblica, a la busca de tetas, culos, piernas que sostengan estas sensaciones, estos pensamientos. Este callejear a la busca del estímulo que justifique la respuesta que ya llevo puesta es de seminarista bien alimentado. Consecuentemente me siento pobre y gris y torpe y como recién llegado a la ciudad. Si cierro los ojos me veo en el paralelo, en la gran vía, a la puerta de un teatro de revista, bajando de un bus del pueblo. Ansioso por ver ese unísono de cien piernas de lo que sólo pueden ser putas amaestradas y tristes exhibiéndose en un escenario que chirría. Un salido de posguerra, años cincuenta, un rijoso de memoria histórica, de blanco y negro, de pantorrillas y sabañones. Un libidinoso de imaginaciones y sueños, de miradas lejanas, lascivas e intencionadas. A una calentura así toda realidad se le vuelve decepción, nada está a la altura. Porque qué podría mantener su brillo comparado con el producto febril de la lujuria. Nada, todo es mediocre, me respondo justo antes de ver tu perfil aparecer por esa puerta y ver saciada mi ansia

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