FELIZ NAVIDAD

Feliz Navidad a todos con independencia de su sexo, género, raza, edad, religión, credo o creencias, ideología, nacionalidad, vecindad civil y residencia. Incluyo expresamente a los confusos respecto de su identidad sexual, a los gays y lesbianas, a los que padecen o disfrutan estados intersexuales y transgénero, a los parafílicos, fetichistas, asexuados y célibes voluntarios o involuntarios. A todos los negros de todos los continentes, a los orientales de todas las variedades, caucásicos y amerindios; a todos los grados de mestizajes y fusiones y a los lujuriosos que los propician. A todos los cristianos, sean católicos o protestantes en sus infinitas variedades, a los evangelistas, mormones y sectas derivadas; a musulmanes sunníes, chiíes, sufíes y otras corrientes menores; a judíos ortodoxos, moderados y descreídos; hinduístas, budistas, sintoistas y animistas; a todas las creencias y religiones menores incluso las delirantes, con un especial recuerdo a los que esperan la salvación escapando en naves extraterrestres y a los pastafaris. A los apostatas, a los conversos y descreídos de cualquiera de esas religiones. A los confusos, a los agnósticos, ateos y los que confunden los conceptos. A los que rezan a dios y a los que se cagan en él. A los ancianos que han pasado los límites de lo razonable, a la tercera edad en pleno, a los jubilados que miran las obras o los trenes, a los prejubilados que coleccionan sellos y los DVD de los dominicales, a los de mediana edad canosos o teñidos, a los de la crisis de los 50, de los 40 y de los 30, a los veintegenarios, a los adolescentes, teenagers, niños y bebés, a los concebidos y no nacidos y a los óvulos fecundados y no implantados. A los anarquistas, a los liberales, socialdemócratas, a los de derecha, izquierda, comunistas variados incluídos norcoreanos recalcitrantes, a descreídos, revolucionarios, conservadores, populistas y a los bunga-bunga. A los jóvenes inmaduros y los ancianos prematuros de las juventudes de todos esos partidos. A los solteros, casados, separados, divorciados, arrejuntados, viudos, poliamorosos, fieles e infieles. A los de todas las naciones, incluidos andorranos, finlandeses y abjasios, a los emigrantes regulares, irregulares e infiltrados, a los refugiados, a los apátridas, asilados, perseguidos y turistas con o sin cámara. A los de las ciudades, aldeas y pueblos, con un recuerdo especial para los del mío, los de Cabra y los de Calatayud. A los continentales, peninsulares e insulares. A los nacionalistas, a los internacionalistas, europeistas, iberistas, americanistas, a los de la doctrina Monroe, a los que propugnan la reunificación de China y a los taiwaneses que se resisten; a los independentistas de todos los terruños, a los pacifistas y revolucionarios. A los cultos, a los que lo aparentan, a los no instruidos y a las castas dirigentes, a las castas wannabe, a los sacerdotes y sus arreglos, a los animalistas y a los vegetarianos, toristas, toreristas y taurinos. A los que pagan impuestos, a los que viven del presupuesto, a los defraudadores y si hay alguien que no lo es, pues también a ese. A los buenos, a los malos, a los indecisos, a los que dudan, a los que unas veces si y otras no, a los inocentes y a los culpables de palabra, obra y omisión. A las ovejas descarriadas, a las negras y a las contentas en su rebaño. A los mentirosos, a los piadosos, a los que juran por Dios y los que prometen por su honor, a los perjuros y los que caiga quien caiga. A los solitarios, anacoretas, misántropos, misóginos, andróginos, modernos, solitarios, insatisfechos y aburridos. A los sentimentales, a los insensibles, a los autistas y los maníacos, a los depresivos y los tristes por pose. A los que parecen felices y a los que lo son, a los que no, y a los que nunca lo lograrán. A los científicos y los poetas, a los músicos y los sordos. A los de Pepsi y los de Cocacola, a los de Colacao y Nesquick, a los del Barça y del Real, a los de Adidas y Nike, a los de Mac y Pc, a los de Canon y Nikon.

Feliz Navidad a todos, que nos hace falta. Porque la vida es una lavadora que nos va comiendo los calcetines y todos acabamos con la misma cara de tonto perplejo.

PS: Por estrictos motivos estilísticos y a fin de no hacer más confuso un texto que ya de por si lo es mucho, se ha optado por una redacción políticamente incorrecta y propia de la caverna heteropatriarcal del siglo pasado. Se ruega por ello que los sustantivos en masculino se lean mentalmente también en femenino y, en el mismo modo, si no es demasiado esfuerzo, se les adjudique el artículo y el adjetivo, si en la frase los hubiere, en adecuada concordancia en género y en número. Igualmente, donde en el último párrafo dice calcetín entiéndase que comprende a las medias pero, por un insalvable choque con la realidad, lamentablemente no a los panties.

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