NEOFARMISMO DEMOCRÁTICO

He escuchado en la radio que Podemos exige en sus papeles para la negociación el reconocimiento del “Derecho a la Verdad” como parte de la tríada “memoria, verdad y justicia”. Igualmente plantean que la elección de jueces y otros funcionarios se funde en criterios de adhesión a ese programa político o, en su caso, reeducarlos. Igualmente serán objeto de reeducación en derechos humanos y “restitución de una memoria plural, colectiva y democrática de nuestro país” los estudiantes y los medios de comunicación. La competencia profesional es de suponer que se les supone, como el valor a los quintos, el machismo a los hombres y la bondad al pueblo. Lo cierto es que la fijación de la verdad desde el gobierno, promoviendo políticas que fijen unos hechos y eliminen otros y reeducando a los sectores de la población que han de cacarearlos, es la definición de una dictadura. A mi al menos, desde mis limitaciones, no se me ocurre una mejor, así que me quedo con esta.

Es un lugar común que ya hace mucho tiempo Orwell lo vio venir, así que hacer la comparación de lo que quieren con lo dejó escrito no tiene mayor interés. La corrección política, la neolengua, reescribir historia, el ministerio para fijar la verdad, los medios de comunicación al servicio de un relato impuesto. Y seguramente las coincidencias se produzcan en muchos más detalles. Lo que me tiene intrigado es si en realidad esta gente habrá leído algo de teoría política y tienen un plan propio, si han leído algo de socialismo, comunismo, parlamentarismo y otros conceptos discutidos y discutibles, o solamente han leído 1984 y Rebelión en la granja. Porque la sensación es esa, que se han limitado a leer a Orwell. Y es que en realidad éste, intentando denunciar las técnicas del totalitarismo, lo que escribió fueron dos libros de instrucciones condensando técnicas y trucos para llevar a la práctica cualquier dislate en nombre del pueblo, dos libros sencillos con todo lo que es necesario saber. Orwell escribía bien y uno lee sus textos con gusto, carisma del que adolecen esos sesudos filósofos y pensadores que compiten por la atención en la academia y son a menudo citados, para adornarse, por quienes se presentan como cabezas pensantes. Lo cierto es que suele ocurrir así. La Biblia es un libro bastante más ameno que los insoportables tochos petados de conceptos abstrusos que producen los teólogos. Mucho mejor, para una mente sencilla y práctica, una parábola o una fábula que un ensayo.

A lo anterior se añade el rasgo, ya endémico, del victimismo. Hay quienes, y son los arriba citados, se presentan siempre y en todo momento como víctimas, aunque estén actuando como verdugos. El perfecto revolucionario, en el instante en el que aprieta el gatillo, es victima del malvado al que se ve obligado a neutralizar en nombre del pueblo. Otra inversión.

Por todo ello el cacareado socialismo del siglo XXI, en honor a Orwell, autor de sus verdaderos textos seminales, debería ser llamado neofarmismo democrático, nombre que coincide con las siglas NFD, del Need For Drama del cual hablaba Calaza hace unos días.

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