ESA VERTIGINOSA TENTACIÓN

Vivo con el temor de ser un héroe. Últimamente esa idea no me deja dormir y me asaltan imágenes en las que salvo gatos, ancianos y miembros y miembras de minorías desfavorecidas. La cosa empezó hará ya un año largo, esperando en un semáforo. Esas pequeñas paradas que tiene la vida, si no te abstraes sacándote mocos, son extremadamente fecundas en experiencias y encuentros. Ese día, a dos o tres pasos, en aquella acera atestada, un tipo se desplomó de pronto. Fue una caída inesperada y rotunda. Tan cinematográfica que instintivamente agaché la cabeza y miré a mi alrededor, buscando una cámara oculta o un francotirador. Son esos actos reflejos de quienes hemos hecho seis meses de mili en oficinas, rellenando papeles y soñando con escaparnos al cine. No había cámara oculta ni francotirador, al tipo sólo le había dado un colapso. Read More

PLENITUD DE DISMINUCIÓN

“Hay una plenitud de disminución en toda civilización demasiado madura. Los instintos se flexibilizan; los placeres se dilatan y no corresponden ya a su función biológica; el placer se convierte en fin en sí mismo, su prolongación en un arte, el escamoteamiento del orgasmo en una técnica, la sexualidad en una ciencia. Procedimientos e inspiraciones librescas para multiplicar las vías del deseo, la imaginación torturada para diversificar los preliminares del gozo, el mismo espíritu mezclado con un sector extraño a su naturaleza y sobre el cual no debería tener ninguna garra, son otros tantos síntomas de empobrecimiento de la sangre y de intelectualización mórbida de la sangre.”

Emile Michel Cioran. “Breviario de podredumbre.”

CIRYL & JEP

Al ver “La gran belleza» y conocer a su personaje Jep Gambardella recordé de inmediato a Cyril Connolly, un inglés de clase media acomodada nacido con el siglo XX y educado en Eton, el más elitista colegio inglés. Allí fue compañero de Orwell, a quien dejaba en segundo lugar en los premios de literatura. Terminó sus estudios en Oxford, en el Balliol College, donde fue amigo de Evelyn Vaugh y de esa pandilla de snobs que éste retrató luego en Retorno a Brideshead. Acabada su formación Connolly era la puñetera promesa de las letras inglesas, el próximo gran novelista, el próximo gran poeta, el próximo gran lo que se propusiera. Inteligente, culto, lector voraz y exagerado, con un estilo reconocible, vigoroso y fluido, con las amistades propicias en los ámbitos correctos.

Pero Cyril era un diletante, tan vago como competente, tan tímido como talentoso, con tanto sentido del ridículo como capacidad crítica. Así que acabó dedicado a la crítica literaria por necesidad económica y temor a enfrentar sus muchos proyectos de obra maestra. Sus reseñas gustaban incluso a los autores malparados y eran alabadas como ejemplo de lectura inteligente. Escribió una novela, “The Rock Pool”, 1936, que era divertida pero que no satisfizo a quien dejó escrito “Cuantos más libros leemos, antes nos damos cuenta de que la verdadera misión de un escritor es crear una obra maestra, y que ninguna otra tarea tiene la menor importancia.” Read More

LOS ESTERCORISTAS

Decía la madre de Borges que Dios está por todas partes, pero atiende en Buenos Aires. O quizá quien decía eso era el propio Borges y lo que repetía su madre con acento porteño y machaconería argentina es que los niños son anteriores al cristianismo. En todo caso se permitían inventar o reinventar a Dios entre mates y pastas de té, excesos intelectuales de salón, tradición ésta que va perdiendo fuelle y es una pena. Porque nada es más estimulante que opinar sobre Dios e ir creándolo sobre la marcha. En esos momentos en los que estamos saciados de sexo y comida, incluyendo en ésta las muchas variedades de alcohol, es el tema por antonomasia. Y hablar de Dios también se presta a los excesos, porque el placer siempre está en la emoción del límite.

Echo de menos, y es un decir, esos tiempos pretéritos en los que monjes tonsurados, que imagino atiborrados de grasas, vino y placeres culpables, disertaban sobre Dios, inventándolo sobre la marcha. En aquella época Él era un juguete nuevo y todos experimentaban estremecidos. La imaginación y la inteligencia se mezclaban con la soberbia. Ser Santo, Sabio, Padre de la Iglesia, es el ejercicio máximo de soberbia intelectual. Dejemos para los humildes la vida de pobreza del anacoreta contemplativo y entreguémonos a los excesos. Read More

EL PIJAMA

Un hombre no debe usar pijama. Eso deberían de enseñarlo en colegios e institutos, visto que los padres fracasan en transmitirlo a sus hijos. Un hombre debe, no obstante, tener un pijama, igual que en cada casa debe haber un extintor. No pregunte para qué situación se guarda ese pijama, no es para una urgencia. Sólo hay que tenerlo, que las mujeres lo vean, sepan que existe. Las mujeres en general. La madre, la esposa, la asistenta, la ex-novia, la amante fija o la esporádica.
Un hombre no debe usar ese pijama. Está ahí sólo como muestra de civilización, denotando que uno es un hombre de bien, un caballero, o que al menos es capaz de comportarse como tal. Esa es su única función. Usarlo para dormir sería absolutamente contraproducente. Las mujeres son así. Veamos la causa. Read More

LOS DÍAS VACÍOS

Todos los días son lunes uno de enero si no tomas determinaciones y consecuentes acciones para evitar tamaña desgracia. Los peores días son los que preceden o suceden a los aciagos o los felices, los días vacíos, los ausentes, los en nada memorables. En esos días de anhelo, desasosiego, luto o resaca se nos va la vida como espacios en blanco entre las notas de una melodía desconocida.

CON ZAPATOS NUEVOS

Un hombre con zapatos nuevos no va elegante. Un hombre con zapatos nuevos es un niño, un adolescente a lo sumo. No ha estado en ninguna parte, no ha visto ni vivido, no tiene pasado. O lo que es peor, lo tiene y lo oculta. Un hombre con zapatos nuevos ni viene ni va. Apenas consigue estar.

Porque la elegancia es cumplir las normas sin dejar de ser tú mismo un hombre sin pasado, adecuadamente vestido, no es más que un maniquí disfrazado. Un advenedizo a la realidad, un Gatsby, quizá sorprendente pero, a fin de cuentas, transparente por esforzado, por excesivamente apropiado. Quizá Daisy habría dormido para siempre con él, mirando la luz verde desde el otro lado de la bahía, si hubiera llevado unos zapatos viejos y una chaqueta de tweed gastada; si fuera elegante, si tuviera pasado.

Los zapatos son el contacto con la tierra y nos unen al mundo y su historia es la nuestra, transitándolo, manteniendo el equilibrio y sorteando obstáculos. Pateando culos, pisando charcos o a mujeres bailando un tango. Los zapatos dicen de dónde vienes, cómo caminas y el sitio que ocupas. El tiempo que llevan contigo, cómo envejecen, cuánto brillan, hablan de ti. Quién eres con zapatos nuevos? De dónde vienes?

Es distinto en las mujeres. Ellas, sin pasado a la vista, pueden brillar como promesas de un secreto a desvelar. Pasan, elevándose, subidas en tacones, de puntillas sobre la mediocridad del mundo. No sortean; saltan, sobrevuelan. El suelo apenas las toca y se materializan llegando de un lugar inconcreto, que es siempre un rincón de la imaginación. Se contonean, levemente salaces, apenas reales, con equilibrios de bailarina. Quién eres? De dónde vienes, flotando en esos zapatos nuevos?

ESA HORA FRÍA

Vacío, como el vaso de un moribundo, como el espacio entre dos estrellas, como la mano de un mendigo. Como el alma de un asesino, las horas de un náufrago o la apariencia de un nuevo rico. Triste, como el muerto en su entierro, como un grumete en puerto, como una playa en invierno. Como un poeta adolescente, una novia abandonada o una flor cortada. Solo, como un gitano en Oslo, un alpinista en Holanda o un panda en el zoo. Como el guardia en su garita, la puta una noche de nevada o el condenado a muerte en esa hora fría antes del alba.